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el deslumbramiento dura lo que el aliento de un ser imaginario

viernes, 8 de diciembre de 2006

Elevación en el autobús (1)

En las mañanas, salir corriendo por las aceras mojadas levemente por una lluvia que se evapora y el café en un vaso de ternopol, los ojos un poco despiertos, un poco cerrados.
Subir al autobús en una disputa de cuerpos que se empujan, no se miran, alcanzan el asiento como si hubieran ganado una rifa escolar.

Me senté y pensaba en la musa bebé.
Mi musa va a cumplir 11 meses. Es una belleza, con su tez como de pelusa clara y su sonrisa extraordinaria.

Pensé en mi hijo, en su mochila llena de libros y lapiceros, esferitas de plástico para jugar en el suelo y gritar. En el autobús pienso y no sé si en uno de esos viajes, algo estallará. Porque ahora menciono a mis niños, y no he de ocultarlos, mas tampoco hablaré de ellos con frecuencia.

Mi musa bebé vive en otra casa. A vive conmigo, es muy juguetón, travieso, me hace unas escenas que a veces parezco la bruja de Salem un poco suavizada frente a él. Ah, maternidad, sarcófago imaginario de las libertinas.

Sí, dije bien. Una libertina es para el Tribunal del Santo Oficio del siglo XXI (otrora, entidad conformada por el actual Papa ) una pecadora extrema que deshonra al género femenino, mujer demonio.

No sé, una mujer demonio es preferible a una mujer sumisa, que las hay aún, y en gran cantidad, lo que en verdad es espantoso.

Las libertinas, eso sí, no pueden ser buenas madres. Si tienen hijos, no se sabe quién de sus amantes, es padre de tal hijo, de tal hija, no se sabe a menos que el Adn de por medio aparezca y aclare la confusión. Y bien, si acaso el padre no es importante según algunos plantemientos filo/sóficos-educativos, en el caso de las libertinas, sucede que con ellas es más importante ser una maravilosa oficiante de la promiscuidad que de los deberes maternales.

Pensaba en las libertinas, al mirar a una mujer que sonreía con el roce del cuerpo de un extraño con el suyo. Sobresalía de costado la erección del hombre que enrojecía levemente y se tocaba nerviosamente las orejas. Seguí mi sinuosidad mental y recordé a la monja de ojos verdes que se fugó con el párroco que también tenía ojos verdes, cuando yo a mis catorce, asomaba a esas aburridas reuniones de coros, tan sólo por ver al cura que causaba furor entre las señoritas, señoras, chicas rockers y chicos rockers, cómo no.

Si la sublime Sor Juana Inés de la Cruz, hubiera sido una princesa, no habría necesitado encerrarse en la celda de un convento. Sólo que si hubiese sido princesa, tal vez hubiera sido una libertina y no una poeta.

Que las poetas libertinas estaban ocultas, saliendo a la luz con el paso de los siglos. Aunque veo poco interesante ser una libertina, que es como asumir totalitariamente una condición acérrima, que te quita la posibilidad de fluir, si hablamos de libertinas concentradas en el el hedonismo in extremis. Placer unidireccional.

Pestañeé y me sobresalte. Atrás quedaba mi paradero. Pasé rauda entre la pareja masturbadora, entre niños uniformados, lánguidas secretarias, oficinistas ojerosos y el cobrador con camisa azul y sonrisa de vendedor de consoladores sexuales.

- ¡Oh!, exclamé. Había viajado en un autobús cargado de una atmósfera lasciva. Quizas, sin que me de cuenta, eso propició que piense en las libertinas. Quizás, me dije a mí misma, en otro viaje, en el mismo autobús, la sonrisa del cobrador de boletos no importaría, y no estaría aquella mujer con la falda fucsia y los cabellos ondulados, o tal vez sí, si estarían esos personajes cotidianos y yo en el fotograma, también, allí solitarios e ingrávidos, buscando algo en el aire, más allá de los ruidos y las embestidas de la ciudad.

martes, 5 de diciembre de 2006

plataformas

autobuses vacíos no mires atrás como sara estatua de sal en el desierto cerca de una estación abandonada donde ningún animal asoma y las palabras certeras como agujas hipodérmicas te hacen daño en un primer minuto hasta que encuentras el ritmo y no están en la cubeta de las metáforas bonitas y los saludos con besitos el guiño ajustado a tu medida la elegancia muerta el brillo que se queda pegado a la altura de la nariz y entre las cejas un desconcierto oh nada digno de ocupar un espacio en ese parnaso imaginado de pequeños dioses la plataforma principal de todas ilusionismo de barajas y conejos ciegos que no salen del sombrero porque alicia ha huído y regina spektor habita
en mi camisa mojada donde secaste tu líquido germinal y se cayeron las flores del jarrón retumbó el estante de libros y sapos croaron graciosamente en la plataforma de tus sueños turbando el minimalista deseo tan hondo tan no sé qué de soberbio con su ojal roto su cadena inconclusa el adn extraviado en un informe de hermeneútica y todos los deseos conjurados partiéndose en miles de moléculas que caen a ese agujero negro en un infinito bing bang




fotografía de mariana yampolski

viernes, 1 de diciembre de 2006

A veces siento que no es

A veces siento que el alma, no es una abstracción. Que no tengo por qué hablar de ella, como si fuera una expresión orgásmica de la metafísica.

A veces,
como ahora
creo que el alma es como una inmensa mariposa que muere y resucita infinitamente
que está en el punto de miel que le echo a mi jugo de naranja
que es la sombra del corazón cuando éste se agiganta
que está en la retracción de luz oculta por los autos en las calles, los escaparates iluminados, el reflejo de mil inquietudes
que respira cuando lanzo bocanadas de humo al fumar solitariamente parada en la puerta de mi casa, y es medianoche

a veces creo que mi alma está repartida entre mis deseos y el bostezo al levantarme
cuando camino como zombie y puedo ser un animal que se come los actos del día
y en la noche no duerme sino vuela desde el sexto piso hasta la avenida central de la ciudad

a veces, creo que no tendría por qué mencionar al alma en las conversaciones, porque es como si
le quitara un poco de brillo, y la llenara de esa niebla que arranqué a mi cara
tan sólo ayer, cuando resbalé en ese parque, cuando llovía, porque siempre la lluvia aparece y se lleva algo o trae una sorpresa

y el alma está en el azar, quieta, o moviéndose como un pequeño astro
mientras el pastel de manzana está en la mesa, la bebé sonríe, ningún meteorito pasa, la gente está en otra parte y nada perturba por unos instantes el pram pram del alma sola
sola
sola


Xs extrañezas

  • las elevaciones en el autobús son una serie de posts sobre momentos, miradas, ideas tomadas al vuelo mientras los ruidos urbanos se entrecruzan en un bus a cualquier hora del día. Se pueden ubicar en las etiquetas. Incluso la espuma que se ve tras la ventana en un día de verano, es motivo para alucinar algo: la espuma que unos niños, forman, jugando en las veredas de sus casas, o una pequeña luz artificial que ilumina una calle oscura mientras suena un violín. Los he visto.

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De condición etérea y material.
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cascada en el trapecio: el tema del film "la vida soñada de los ángeles".

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