Sonidos de ciudades
Cuando me saco los audífonos, caminando por las calles de Lima, me encuentro con su voz. Hay una voz que se siente más fuerte y las otras subyacen, luego rotan, se alternan, mas siempre hay una voz fundamental. Podría decir que es esencial, mas no, es solamente la principal, porque no hay esencia, hay fragmentación en la ciudad rota, recompuesta, extraña, familiar y llena de resonancias.
Sería hermoso si aquella idea expresada en uno de los cortos de "Café y cigarrillos" de Jarmusch se hiciera realidad: el planeta como conductor de resonancias acústicas.
John Cage, sabía de qué se trataba eso. Y cómo no, Julio Cortázar, al escribir sobre la máquina célibe en "La vuelta al día en ochenta mundos", también lo sabía o lo intuía. Estoy confiando en las percepciones por lecturas relacionadas, tiempos paralelos, fotomontajes mentales.
En ese corto de "Café y cigarrillos", como es usual, está esa sensación de dispersión en una especie de la nada. No agobia, se introduce por los ojos, pasa por la garganta, llega al estómago, pulsa el clítoris en una infraleve ternura.
Por eso quizás me gusta mucho ese corto y el titulado "Champagne" que aborda la conversación de dos ancianos. Ah, hace tiempo que escribí sobre aquel corto.
Los sonidos de la ciudad a veces son horribles. Un bocinazo corta algún pensamiento, inflinge una violencia a lo que uno hace. Otros sonidos, como el que produce la caída del agua en una fuente, son relajantes a menos que se asocien con un recuerdo terrorífico, un atonal extrañamiento. En momentos como ese, querría tener facultades científicas, ver fórmulas, saltar encima de las obligaciones y resolver complejísimas ecuaciones, en la subjetividad más disparatada.
Ah, ¿qué ciudad del futuro amaría yo si fuera una cyborg ? El no futuro colado por las alcantarillas de la memoria cansada.
Hipótesis irresueltas. Ovárica la forma del poema extraviado cuando cruzaba la avenida roja para llegar a una de mis librerías favoritas. Agua fresca en vasos de color turquesa para tomar mientras se lee un rato. Si no me puedo llevar a casa, lo que quiero, estar sentada con la frialdad de los acondicionadores, es un paupérrimo consuelo.
*
Si los sonidos de la ciudad se convirtieran en vías moleculares, negras negras como el deseo que se asienta en el cuerpo cuando el impulso es musical, ¿qué sucedería?.
Sería hermoso si aquella idea expresada en uno de los cortos de "Café y cigarrillos" de Jarmusch se hiciera realidad: el planeta como conductor de resonancias acústicas.
John Cage, sabía de qué se trataba eso. Y cómo no, Julio Cortázar, al escribir sobre la máquina célibe en "La vuelta al día en ochenta mundos", también lo sabía o lo intuía. Estoy confiando en las percepciones por lecturas relacionadas, tiempos paralelos, fotomontajes mentales.
En ese corto de "Café y cigarrillos", como es usual, está esa sensación de dispersión en una especie de la nada. No agobia, se introduce por los ojos, pasa por la garganta, llega al estómago, pulsa el clítoris en una infraleve ternura.
Por eso quizás me gusta mucho ese corto y el titulado "Champagne" que aborda la conversación de dos ancianos. Ah, hace tiempo que escribí sobre aquel corto.
Los sonidos de la ciudad a veces son horribles. Un bocinazo corta algún pensamiento, inflinge una violencia a lo que uno hace. Otros sonidos, como el que produce la caída del agua en una fuente, son relajantes a menos que se asocien con un recuerdo terrorífico, un atonal extrañamiento. En momentos como ese, querría tener facultades científicas, ver fórmulas, saltar encima de las obligaciones y resolver complejísimas ecuaciones, en la subjetividad más disparatada.
Ah, ¿qué ciudad del futuro amaría yo si fuera una cyborg ? El no futuro colado por las alcantarillas de la memoria cansada.
Hipótesis irresueltas. Ovárica la forma del poema extraviado cuando cruzaba la avenida roja para llegar a una de mis librerías favoritas. Agua fresca en vasos de color turquesa para tomar mientras se lee un rato. Si no me puedo llevar a casa, lo que quiero, estar sentada con la frialdad de los acondicionadores, es un paupérrimo consuelo.
*
Si los sonidos de la ciudad se convirtieran en vías moleculares, negras negras como el deseo que se asienta en el cuerpo cuando el impulso es musical, ¿qué sucedería?.
*
Cuando escuché por primera vez esta canción, al soñar vi al mar como si fuera el lugar donde nací.
Imagen tomada de Google.
7 comments:
Hola... terminaste el capítulo XI...
Son tan pocas las personas que han llegado a hacer eso... que me conmuevo hasta el alma… te aseguro que el sólo hecho de que alguien haya tenido el ánimo de terminar las 130 o 150 páginas escritas… es algo que me deja conmocionado…
No sé si tengo más que contar… o más bien… si al contar más de los personajes… podré mantener el tono… lo más difícil de mantener es el tono….
Que bueno que seguiste leyendo… ahora te quedan los cuentos… jajaja… y por último la poesía…
Voy a subir el inicio de otras dos novelas… a ver que pasa… ángeles ha sido algo precioso… varios blogueros la han leído y les ha gustado… y sólo eso es algo maravilloso….
Te dejo un beso grande
Julián
Oh, de veras pensé que habría otro capítulo...
novelista emocionado, salutes.
yo en cambio, me pongo los audífonos precisamente para no oírla. se comunica con señas conmigo entonces y yo no la miro, me hago el desinteresado. camino más rápido, doblo una esquina, cruzo sin mirar.
de pronto, un bocinazo. no lo oí.
ella tampoco me vió volar por los aires y quedarme sin zapatos.
Faxx, noble vampiro ¿sin zapatos y volando?
la voz de la ciudad,
la ciudad le pone febril
es la ciudad, la culpable.
hola....
te incluí entre mis links... si no te importa...
ya subí más inicios...
y me encantaría saber qué más quisieras saber de ángeles... tal vez... me decidido... y escribo más capítulos....
Es curioso como a pesar de vivir en una de las ciudades más ruidosas del mundo, estoy tan acostumbrada que cuando cambio de aires y voy a algún pueblo alejado de la ruidosa humanidad por las noches me pitan los oidos al acostarme, el sonido del silencio no me deja dormir bien...
Lo sé. eso también me sucede, maas sólo cuando estoy en otra casa.
:)
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